Luego de una fuerte y prolongada temporada de lluvias que afectó a Colombia durante casi tres años, y que puso a prueba la infraestructura y el sistema de gestión de riesgos a nivel nacional, el país se prepara para vivir la época de sequías y temperaturas altas, conocida como el fenómeno de El Niño.
De acuerdo con el Instituto de Hidrología, Meteorología y
Estudios Ambientales (IDEAM), la probabilidad de que este proceso climático
natural inicie desde el segundo semestre de este año es mayor al 80%, siendo
los meses de octubre, noviembre y diciembre el periodo en el que se estima la
mayor intensidad y que, además, coincide con la temporada de sequías en donde
se preveen disminuciones de lluvias entre el 10% y el 30%.
De hecho, según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo
Sostenible, al menos 207 municipios en 16 departamentos del país, como Huila,
Nariño, Santander, Cauca y Valle del Cauca, estarían en riesgo de sufrir
desabastecimiento de agua debido a esta coyuntura climática.
Si bien el fenómeno del Niño es un evento natural que no se
puede evitar, sus consecuencias e impactos directos en el sector
agroindustrial, por el contrario, son mitigables gracias a instrumentos
financieros y de protección como las pólizas de seguros, que les permiten a los
agricultores e industriales del campo cubrir pérdidas económicas generadas por
causas climáticas, desde afectaciones en sembradíos y cultivos hasta muertes de
plantas.
No obstante, de las siete millones de hectáreas sembradas
que hay actualmente en el país, menos del 5% están aseguradas, de acuerdo con
cifras de la aseguradora Allianz Colombia. Una situación que pone en evidencia
no solo la baja penetración del seguro en las zonas rurales sino,
especialmente, la alta vulnerabilidad del sector agroindustrial nacional frente
a catástrofes y/o acontecimientos naturales como el fenómeno de El Niño.
“El seguro agrícola es un instrumento de mitigación de
riesgos que contribuye directamente no solo a la estabilidad financiera del
sector, sino a la construcción de una mayor seguridad alimentaria ante posibles
catástrofes naturales o emergencias climáticas que se presenten, cumpliendo así
una función social al proteger la salud, el bienestar y el empleo de millones
de colombianos”, explica Esteban Delgado, vicepresidente de Allianz Commercial.
En consecuencia, los principales riesgos y desafíos a los
que se enfrenta el campo colombiano ante la llegada del fenómeno de El Niño,
son:
● Disminución
de lluvias: esta temporada se caracteriza por un menor nivel de precipitaciones.
Esto puede tener un impacto negativo en los cultivos y ecosistemas en general
● Bajo nivel
de ríos y distritos de riego: durante las épocas de sequías, las fuentes
hídricas (superficiales o subterráneas) suelen ser las más afectadas, lo que
puede reducir la disponibilidad de agua para la agricultura, obtenida
directamente a través de ríos o lagunas o por medio de distritos de riego
● Riesgo de
incendios forestales: las condiciones secas y la falta de lluvia durante el
fenómeno del Niño pueden aumentar el riesgo de incendios forestales. Estos
incendios pueden tener un impacto devastador tanto en los ecosistemas naturales
como en áreas o terrenos cultivables
● Variación o
disminución del rendimiento de cultivos: las condiciones climáticas adversas no
solo aumentan el riesgo de pérdidas (económicas, agrícolas, etc.) sino que,
también, incrementan los costos de producción, generando un efecto
inflacionario tanto en los precios de los alimentos en el mercado como en la
economía en general
En lo que va corrido del año, Allianz Colombia ha atendido
afectaciones que suman más de 1.500 millones de pesos por causas climáticas,
permitiendo que cientos de agricultores e industriales del campo en Colombia
puedan continuar con sus actividades, sin recurrir a las entidades financieras
(públicas y privadas) en busca de préstamos o subsidios para cubrir sus gastos
operativos y de inversión.
Además, por medio de la Fundación Allianz Colombia, la aseguradora está llevando a cabo jornadas de conversaciones y capacitaciones con asociaciones y comunidades agrícolas en diferentes zonas del país, para sembrar en ellas la semilla de la identificación, evaluación y mitigación de riesgos relacionados con la agricultura.
“En algunos países de la región, como Argentina, la
legislación establece que los agricultores deben obtener un seguro antes de
iniciar cualquier actividad agrícola para proteger tanto al tomador de la
póliza como a la comunidad en general. En Colombia, la situación es distinta,
por eso no solo nos encargamos de ofrecer un portafolio amplio y a la medida de
cada agricultor, sino que también los acompañamos en la identificación de sus
riegos para seguir construyendo una cultura de protección alrededor del agro”,
puntualiza Esteban.