Ibagué atraviesa un momento clave en su historia reciente. De ser vista durante años como una ciudad de paso entre Bogotá y el Eje Cafetero, hoy se consolida como una capital que atrae visitantes por su identidad, su programación cultural y su entorno natural. Este cambio no es casual: responde a una estrategia de desarrollo económico que busca convertir la Ciudad Musical en una ciudad que produce y atrae valor.
El modelo articula tres frentes de trabajo: la marca destino, la conectividad pro-inversión y los encadenamientos locales.
El primero se traduce en proyectos como el Museo Panóptico, las rutas culturales y gastronómicas del centro histórico, y los festivales que han convertido a la ciudad en un epicentro nacional de música, folclor y creatividad. El segundo apuesta por mejorar la experiencia del visitante a través de conectividad aérea, ventanilla única empresarial y simplificación de trámites para quienes invierten y operan en el sector. Y el tercero busca que el gasto turístico se quede en la ciudad, fortaleciendo Mipymes locales de gastronomía, moda, café y economía creativa.
Los resultados ya se reflejan en cifras: el Festival Folclórico 2025 reunió cerca de 486.000 visitantes y generó una dinámica económica cercana a los $200.000 millones, mientras que el departamento superó los 1,6 millones de turistas durante las festividades de junio de este año. El Museo Panóptico, pieza clave del circuito urbano, ha recibido más de 22.000 visitantes en septiembre, y la ocupación hotelera alcanzó picos del 90 %, según Cotelco Tolima.
Pero Ibagué no se limita a su centro. La ciudad está llevando el turismo hacia sus corregimientos, integrando rutas cafeteras y experiencias rurales donde los visitantes pueden conocer el proceso “del grano a la taza”, disfrutar de cocinas locales y participar en recorridos de naturaleza con atractivos como parapente, escalada, avistamiento de aves y ciclismo de montaña. Estas experiencias de fin de semana, unidas a la agenda urbana de ferias y festivales, están elevando el tiempo promedio de estadía y el gasto turístico por persona, dos indicadores claves del sector.
El Plan de Fachada y las Rutas de Color, junto a la recuperación del callejón de los vientos, están transformando el centro histórico en un recorrido peatonal vivo donde confluyen muralismo, música y gastronomía. En paralelo, la conectividad aérea refuerza esta expansión: el aeropuerto Perales aumentó en un 40 % el flujo de pasajeros durante Semana Santa 2025 respecto a 2024, con operación directa a Bogotá, Cali y Medellín.
Esta combinación de identidad cultural, conectividad y emprendimiento local convierte a Ibagué en un caso de éxito dentro de la política de reactivación de ciudades intermedias. Más que una ciudad musical, hoy es un territorio donde el turismo funciona como una cadena de valor que impulsa empleo, visibilidad y confianza empresarial.
“El turismo en Ibagué está dejando de ser una temporada para convertirse en un sistema económico que articula cultura, gastronomía, naturaleza y talento local. Hoy los visitantes llegan no solo por el Festival, sino por una ciudad que ofrece experiencias todo el año y que multiplica el valor en cada eslabón de su economía”, afirmó Naydú Romero, secretaria de Desarrollo Económico de Ibagué.