Colombia mostró avances
importantes en términos de formalidad en
los últimos 4 años. Antes de la pandemia, en 2019, el 44% de los trabajadores
colombianos era formal, hoy ya son el 47%. El cambio suena marginal pero es
realmente relevante. Mejorar esta variable no es fácil.
¿Por qué es un hecho
destacable que aumente la formalidad laboral? Porque la formalidad laboral
tiene implicaciones positivas en las condiciones de vida de las personas, en la
productividad y en la capacidad del país de enfrentar eventos adversos. Los
trabajadores formales invierten en su formación, en capacitarse, y son más
productivos, lo que contribuye a sus mejores remuneraciones.
Según María Claudia Llanes, economista de BBVA Research, los sectores más
formales, como son las actividades financieras, de información y comunicaciones
y el sector público pagan en promedio cerca de 3 veces el salario mínimo a sus
trabajadores mientras los más informales, como el agro y alojamiento y comidas,
pagan menos del salario mínimo. Los trabajadores formales tienen más años de
educación formal, tienen mejores condiciones laborales y, dado que cotizan a la
seguridad social, están más cubiertos contra pérdidas de ingresos, cuando se materializa alguno de
los riesgos que se presentan durante el ciclo de vida (enfermedad, desempleo y
la vejez, entre otros).
Algunas cifras son
contundentes: el 49% de las personas de los hogares en donde su cabeza es un trabajador informal o “por
cuenta propia” son pobres frente al 24% de las personas de los hogares cuya
cabeza es un trabajador formal.
Agregó Llanes que las ganancias en
formalidad laboral de los últimos años han hecho a los hogares y a la economía
más resilientes. Sin embargo, hacia adelante, creemos que, con la
desaceleración de la economía, habrá algo de deterioro en la formalidad
laboral. La buena noticia es que partimos de un mercado laboral más formal que
en otros episodios anteriores de desaceleración económica.