Este cierre de año se anuncia con días calurosos como preludio del fenómeno de El Niño, el evento climático que, aunque de nombre inocente, preocupa a los expertos. Cada cierto número de años este fenómeno regresa como resultado del calentamiento del Océano Pacífico, impactando la economía a través del alza de precios, el encarecimiento de la energía y una menor oferta de productos agrícolas, según Laura Katherine Peña, economista de BBVA Research.
Sin embargo, según la experta, no todos los niños son igual de
traviesos. Los expertos estiman que un fenómeno de El Niño débil no genera
impactos que puedan percibirse directamente sobre toda la economía, mientras
que un fenómeno fuerte sí podría alcanzar las consecuencias previamente
descritas. Adicionalmente, la duración del evento climatológico es otro factor
que influye en la gravedad de sus consecuencias.
Bajo el panorama señalado, dice Peña existen tres elementos que
preocupan en Colombia: El Niño llega en un periodo en el que se tienen
presiones inflacionarias altas a causa de otros factores, con niveles que son
superiores a los vistos en 2016 (otro momento de fenómeno); la inflación de
alimentos se mantiene estresada, principalmente por la canasta de perecederos,
que sería la primera afectada por el fenómeno; el tema energético es álgido:
aunque los embalses continúan en niveles altos, y dos turbinas de Hidroituango
se incorporarán a la generación del servicio, las comercializadoras de energía
enfrentan situaciones financieras complejas.
De materializarse los riesgos del fenómeno de El Niño,
se afectaría directamente la velocidad a la que se modera la inflación,
manteniéndola alta por más tiempo; no obstante, si corremos con la suerte de
que la rabieta de nuestro niño dure poco, las presiones sobre la inflación
serán acotadas.
Como con cualquier niño, no podremos anticipar todos
sus movimientos, pero podemos prepararnos para evitar que su paso termine en un
dolor de cabeza. Tendremos dos caminos: sucumbir a sus efectos sin hacer nada y
dar espacio a la especulación que lleve a alzas anticipadas de precios de los
alimentos y la electricidad; o prepararnos correctamente para recibir a El
Niño, pasando por el supermercado con anterioridad para equiparnos del menaje
adecuado: uso cauteloso de los recursos hídricos, implementación de seguros
agropecuarios, aceleración de la infraestructura necesaria, directrices que
eviten una crisis del sector energético, entre otros.