Recientemente, el
consumo de los hogares ha venido teniendo cambios en su composición. Primero,
durante el confinamiento por el Covid-19, el gasto de los hogares cayó en todos
los rubros, siendo más profundo en los servicios privados con interacción
social (restaurantes, turismo, eventos masivos).
Mauricio
Hernández-Monsalve, economista de BBVA Research, declaró que “luego, durante el
repunte post-pandémico del consumo, esta tendencia se reforzó, pues seguían las
restricciones (parciales) a la interacción social y los hogares adecuaron sus
casas a la nueva realidad: trabajo y entretenimiento dentro de la residencia.
Electrodomésticos, sistemas de audio, video y computacionales, consolas de
juego y muebles lideraron el gasto. Al tiempo, los servicios solo se
recuperaron tímidamente y siguieron perdiendo participación.
Agregó que desde
mediados de 2022, el incremento de los costos financieros y la moderación de la
actividad económica llevaron a los hogares a reducir el endeudamiento y el
gasto, lo cual deterioró el ciclo expansivo del consumo de bienes y los empujó
a una moderación que continuará hasta mediados de 2024. Los servicios privados
se mantuvieron dinámicos hasta inicios de 2023, pues su auge se consolidó
tardíamente, respecto a los bienes, después de la eliminación de las
restricciones a la interacción. Durante este año el crecimiento de los
servicios privados se fue agotando y el liderazgo del consumo pasó a los
servicios sociales asociados al gasto público (educación y salud). Esto último
se mantendrá hasta mediados de 2024, cuando los servicios privados seguirán
desacelerándose y el gasto en bienes se mantendrá moderado.
Finalmente, la
recuperación del consumo, esperada para el segundo semestre de 2024, tendrá el
protagonismo, de nuevo, de los bienes (acompañado del dinamismo de los
servicios sociales). Este mejor momento de los bienes será el resultado de los
menores costos financieros (inflación y tasas de interés) que permitirán
mayores endeudamiento y decisiones de compra. Por lo tanto, es posible que
estos vaivenes del consumo lleven a las mismas participaciones que los bienes y
los servicios tenían antes de la pandemia, pero con una diferencia: los
servicios sociales tendrán una mayor representatividad en el consumo de los
hogares.