El 15 de mayo se cumplieron dos años de la
entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio entre Colombia y Estados Unidos,
en el contexto de una economía mundial extenuada y varios rezagos internos que
representan obstáculos directos para un mejor aprovechamiento del acuerdo por
parte del país.
Las últimas estimaciones del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo
señalan que Colombia conserva una balanza comercial superavitaria con Estados
Unidos, que en términos FOB suma 7.125 millones de dólares, a pesar de que esa nación
ha disminuido sus importaciones a nivel global y ha registrado un crecimiento
económico bajo.
En materia de exportaciones, Colombia ha llevado sus productos y
servicios al mercado americano por valor de 32.2 mil millones de dólares
durante los primeros 20 meses de vigencia del TLC; un 3.4% menos que las
percibidas entre mayo de 2010 y diciembre de 2011. De acuerdo con el
Ministerio, este decrecimiento se deriva de factores como el descenso de los
precios en el mercado internacional de productos relevantes para la oferta
exportadora colombiana como el carbón, el níquel, el café y las flores. No
obstante este fenómeno, las exportaciones industriales y agroindustriales
colombianas crecieron 2.4% en dicho periodo y las agroindustriales, en las que
el país tiene gran potencial, presentaron un aumento del 6.9, según reporta el
Ministerio.
En el marco del tratado, las importaciones colombianas de productos
americanos crecieron en un poco más del 27%. Esto, afirma la oficina de la
Viceministra de Comercio Exterior, Claudia Candela, era previsible teniendo en
cuenta que Estados Unidos está aprovechando su nuevo acceso preferencial al
mercado colombiano, lo que contrasta con lo que sucede con la oferta exportable
colombiana, que ya tenía acceso preferencial al norte por las ventajas que
ofrecía la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas (ATPDEA).
De estas importaciones, más del 90% son bienes de capital, materias
primas y bienes intermedios y el 80.7% de ellas son bienes no producidos en
Colombia, lo que se traduce en un bajo nivel de competencia en términos
globales para la producción colombiana y en dinámicas de sustitución de
proveedores extranjeros. En palabras de Eduardo Muñoz, director del Centro de
Aprovechamiento de Acuerdos Comerciales del gobierno nacional, “las canastas
exportadoras de Colombia y Estados Unidos ni son similares ni compiten entre
sí. Esto significa que nuestras economías tienen estructuras productivas
diferentes y, por tanto, surgen oportunidades de complementación y de una mayor
integración que beneficie a ambas”.