Con la idea de explorar
alianzas e intercambiar prácticas para aumentar el comercio de productos
agrícolas sostenibles colombianos, tuvo lugar hoy en Bogotá el Foro de la
Plataforma de Comercio Sostenible, que contó con la presencia de la Ministra de
Agricultura, Naturaleza y Calidad de los Alimentos de los Países Bajos, señora
Carola Schouten; la viceministra de Asuntos Agropecuarios de Colombia, señora
Marcela Urueña; así como de representantes de la banca holandesa y el experto
en temas de valor compartido e impacto colectivo, Dane Smith.
“Necesitamos cambiar
nuestros modelos de negocio y reinvertir en la naturaleza. Colombia y los
Países Bajos, juntos, podemos ser catalizadores de este cambio y marcar un
camino, o más bien una autopista del comercio sostenible, que se pueda seguir
globalmente”, aseguró la Ministra Schouten. “Desde iniciativas de comercio
sostenible como esta Plataforma esperamos motivar a nuevos socios en la
sostenibilidad y firmar un acuerdo de producción sostenible de aceite de palma.
Todo el aceite de palma que se consuma en Holanda debe producirse de manera
sostenible y, para 2020, también todas nuestras frutas y vegetales”.
La presencia de la Ministra
y su delegación pone de relieve la importancia del comercio bilateral entre
Colombia y los Países Bajos, que ha aumentado en años recientes. En la balanza
comercial de Colombia (2017), los Países Bajos son el socio comercial más
importante para las exportaciones colombianas dentro de la UE (1.542.301 millones
de dólares anuales, DANE). Hay además muchas oportunidades para el aumento del
comercio agrícola sostenible entre ambos países, considerando que los
importadores holandeses se han comprometido a incrementar las compras de
productos agrícolas sostenibles hasta 2020.
A su vez, la viceministra de
Asuntos Agropecuarios de Colombia, Marcela Urueña, resaltó la labor de la
Plataforma de Comercio Sostenible y remarcó los esfuerzos del gobierno
colombiano por aumentar la producción sostenible. “En la cadena de café trabajamos en el manejo
de agua y se ha reconocido la labor de los caficultores en el cuidado del
suelo. La tercera parte de la producción de palma cumple los requisitos de la
RSPO y esperamos llegar a la mitad para 2020”, aseguró. “Tenemos 40.000 hectáreas
aptas para la siembra de las que solo usamos el 30%, hay posibilidad de
desarrollar la palma sin necesidad de deforestar, pero para que la industria
sostenible crezca aún más necesitamos traer inversión extranjera y nacional”.
Según cifras de Solidaridad,
la producción certificada de café pasó de 60% en 2014 a 67,3% en 2017, y la
palma de 2,3% a 14,1%. Si bien hay un crecimiento en el volumen de ventas
reconocidas bajo estándares de producción sostenible, hay aún una brecha que
precisa de más esfuerzos para cerrarse. De ese 67,3% de café con certificación
en 2017, solo se vendió como certificado el 28,3%.
“Tenemos que mejorar el caso de negocio de la
sostenibilidad. Por eso, debemos trabajar juntos entre los productores, los
gremios, el gobierno y las empresas para alcanzar un impacto colectivo”,
aseguró Joel Brounen, gerente general de Solidaridad en Colombia. “Colombia
puede aprender de Holanda, que es un país pionero en comercio sostenible.
Holanda trae inversión y tecnología de punta que puede ayudar a modernizar el
campo. Juntos, Colombia y Holanda pueden
ser estrellas gemelas que promueven el comercio sostenible en el mundo”.
Valor compartido, impacto
colectivo e inclusión financiera
Para apoyar las ambiciones
de la Plataforma de aumentar el comercio sostenible, el experto en valor
compartido de la Universidad de Harvard, Dane Smith, abordó cómo las empresas
pueden aumentar sus utilidades, participando activamente en la resolución de
los desafíos sociales y ambientales que rodean su actividad comercial.
Smith marcó como principal
diferencia entre la RSE y las estrategias de valor compartido, que las
estrategias de valor compartido generan un retorno económico tangible para la
empresa. “Más allá de lo que las empresas hacen por presión de los gobiernos o
de los accionistas, la mejora en las utilidades es un buen incentivo para
maximizar y escalar los esfuerzos que realizan para impactar la mayor cantidad
de vidas”, agregó.
Asimismo, Smith también
introdujo el concepto de impacto colectivo como forma estructurada de
colaboración multi-sectorial efectiva para resolver aquellas problemáticas que
una empresa u organización, por sí sola, no puede resolver.
En relación al rol de los
gobiernos dentro de las estrategias de impacto colectivo, Smith mencionó que
hay pocos gobiernos en el mundo que entiendan la importancia del impacto
colectivo aun, pero que “si reconocen su potencial, aun sin grandes presupuestos,
tienen la posibilidad de congregar grupos, identificar problemáticas y a
quienes tengan interés en resolver cada parte”.
Joris Timmers, gerente de
servicios de asesoría de Rabobank, entidad financiera holandesa, hizo hincapié
en el rol de la Banca agraria para la inclusión dentro de las cadenas de
suministro y para aumentar la producción sostenible. Retomando conceptos
mencionados por Smith, Timmers indicó que los bancos también pueden ser una
organización tipo “back bone” para catalizar cambios hacia la consecución de un
impacto colectivo.
Timmers también hizo énfasis
en la importancia del conocimiento para manejar el riesgo al momento de ofrecer
productos financieros para el agro. “Para mitigar riesgos, la banca agraria
puede crear conocimiento y distribuirlo dentro del sector. No solo conocimiento
sobre productividad, sino sobre el tipo de innovaciones necesarias para
aumentar la productividad sin ampliar la frontera agrícola. Si entiendes bien
el sector y qué innovaciones hay, es más fácil estimar el riesgo de un
financiamiento”. Finalmente, mencionó
que en países como Colombia todavía se financia a productores con un colateral,
pero que comprendiendo bien el flujo de caja de los pequeños agricultores se
podría también estimar la capacidad de pago del productor.”