El
hidrógeno verde, obtenido mediante electrólisis del agua, se perfila como una
de las soluciones más prometedoras para la descarbonización global. A
diferencia del hidrógeno producido con combustibles fósiles, no genera
emisiones de carbono durante su fabricación y tiene el potencial de
descarbonizar sectores difíciles de electrificar, como la industria pesada y el
transporte de larga distancia, contribuyendo así al cumplimiento de compromisos
internacionales como el Acuerdo de París.
En el caso de Colombia, el hidrógeno verde representa una
vía concreta para alcanzar la meta de reducir en 51% las emisiones de gases de
efecto invernadero para 2030 y lograr la carbono-neutralidad hacia 2050.
De acuerdo con el último Informe Trimestral de Leasing
elaborado por Asobancaria, actualmente el país cuenta con 10 proyectos de
hidrógeno de bajas emisiones en operación, que han recibido inversiones por
US$11,8 millones. Aunque están distribuidos en distintas zonas del territorio,
la región Caribe destaca no solo por su abundancia de recursos renovables, sino
también por su potencial para convertirse en un epicentro de exportación y
transformación energética a escala nacional y regional.
El documento señala que, aunque el costo del hidrógeno
verde ha disminuido progresivamente, aún se encuentra por encima del hidrógeno
azul. Sin embargo, proyecciones recientes indican que hacia 2030 podría
alcanzar niveles de competitividad similares o incluso superiores,
consolidándose como una alternativa más atractiva tanto ambiental como
financieramente.
Según el informe, es imperativo movilizar mecanismos de
financiamiento que faciliten la adopción temprana de estas tecnologías limpias:
“Ante esta realidad, el leasing se consolida como una alternativa estratégica.
En sectores emergentes como el del hidrógeno verde, donde los activos son
intensivos en capital y el riesgo tecnológico es alto, esta figura permite a
empresas y entidades acceder a equipos sin comprometer recursos propios de
forma inmediata. Su capacidad de estructurar pagos periódicos facilita la
adopción de tecnologías limpias y permite escalar proyectos con mayor rapidez”.
Vale la pena mencionar que existen dos modalidades
principales de leasing: operativo y financiero. El primero funciona como un
arrendamiento sin transferencia de propiedad, ideal para activos con alto grado
de obsolescencia o que requieren mantenimiento especializado. El segundo cubre
buena parte de la vida útil del activo e incluso contempla una opción de compra
al finalizar el contrato. Ambas modalidades ofrecen ventajas significativas
para distintos perfiles de usuarios, desde grandes industrias hasta pymes del
sector energético.
El documento señala que, por ejemplo, “en etapas
intermedias de la cadena de valor del hidrógeno verde, en almacenamiento,
distribución y transporte, el leasing se presenta como un habilitador crítico.
Los activos requeridos, desde tanques criogénicos hasta camiones cisterna o
reconversión de gasoductos, son costosos y complejos. El leasing operativo
permite acceder a ellos sin comprometer el capital de trabajo, mientras que el
leasing financiero facilita escalabilidad con flujos de pago manejables y
predecibles”.