Mauricio Hernández-Monsalve
Economista de BBVA Research
Recientemente, el gobierno nacional, en cabeza del DNP, aprobó un documento de política (Conpes) para impulsar la industria a 10 años. El documento reconoce que este sector es clave para impulsar el cambio tecnológico. Si bien, diagnosticó que ha tenido baja productividad, poca apertura externa, escasa diversificación, reducida sofisticación y pobre participación en las cadenas globales, dificultando su crecimiento y capacidad productiva.
Esta hipótesis no es
discutible: la productividad no creció desde finales del siglo XX, en línea con
la ralentización del cambio tecnológico desde los años setenta, y la capacidad
exportadora aumentó poco y está concentrada en pocos productos que atraen la
mayor parte de las divisas y la inversión extranjera directa.
No obstante, el Conpes
sí desconoce, en parte, la desintegración vertical que tuvieron las
manufactureras: algunas actividades que ahora se contabilizan en otros sectores
(como logística) hacían parte de la industria directamente. Ver la menor
participación de la industria en el PIB no es, por tanto, una razón suficiente
para concluir que el país se desindustrializó, sino más bien una señal de que
existieron cambios tecnológicos que redujeron los costos con terceros más
eficientes. Eso sí, el Conpes considera que la industria tiene un papel fundamental
al atraer a otros sectores a su dinámica. De hecho, esto queda propuesto en uno
de sus objetivos.
El Conpes se propone
cinco objetivos: cerrar brechas de productividad, tener una oferta exportable
diversificada y sofisticada, impulsar los encadenamientos y la aglomeración,
ampliar el comercio con regiones en expansión y mejorar el diseño
institucional. Las tareas para cumplirlos tienen, sorprendentemente, muchos
diagnósticos (lo cual no parecería ser necesario por la cantidad de estudios
que existen) y el requerimiento de muchas instituciones del Estado para lograr
la transición energética, la soberanía alimentaria, el desarrollo del sector
farmacéutico y el uso diverso de la industria militar.
En suma, el diagnóstico
y los objetivos del Conpes parecen estar alineados con las necesidades del
país. Ojalá las herramientas que propone sean las necesarias para el desarrollo
de la industria, el impulso al cambio tecnológico a través de la mayor
competencia y la irrigación de sus buenos resultados a otras actividades.