La Federación Nacional de Cafeteros (FNC) hizo hoy un llamado a los caficultores a prepararse ante llegada del fenómeno de La Niña, que, aunque débil según los modelos, traerá consigo lluvias por encima del promedio histórico.
El evento climático, que en principio irá hasta febrero,
también se traducirá en más nubosidad, menor brillo solar, menor temperatura
media y en general menos energía disponible para los cafetales.
“A partir de octubre estará ya instalado un fenómeno de La
Niña que traerá consigo más humedad, lo que a su vez favorece el crecimiento de
la roya en los lotes sembrados con variedades susceptibles”, expuso Hernando
Duque, Gerente Técnico de la FNC.
Por fortuna, gracias a la renovación de cafetales, más del
83% del área en Colombia está sembrada con variedades resistentes a la roya
(que es favorecida por la mayor humedad que trae consigo La Niña), de modo que
la inmensa mayoría de la caficultura está blindada ante la enfermedad.
Qué medidas se deben adoptar
En el manejo integrado de arvenses, en lotes de pendientes
muy largas y fuertes, deben emprenderse acciones encaminadas hacia la
preservación de las coberturas nobles. Estas coberturas reducen la velocidad del
agua en las pendientes y por lo tanto contribuyen a reducir la erosión de los
suelos cafeteros.
En cuanto a los cauces de drenaje de los lotes presentes en
las fincas, revisar y dar mantenimiento a los trinchos para evitar mayores
daños y erosión hídrica. Los trinchos son muy efectivos, como medida de
mitigación.
Para recomendaciones más específicas dependiendo de las
características de cada lote, el caficultor no debe dudar en buscar la
asistencia el Servicio de Extensión de la FNC.
Cómo cambia el clima con La Niña
En la zona cafetera colombiana, normalmente hay dos picos de
lluvia: uno en abril-mayo y el otro en octubre-noviembre, entre los cuales se
presenta un periodo relativamente seco entre junio y agosto, con un nuevo
inicio de lluvias en septiembre, las cuales van hasta diciembre, para luego
retornar a otro periodo seco de enero a comienzos de marzo.
En esta normalidad, los cafetales florecen en
agosto-septiembre en departamentos cuya cosecha principal o traviesa se da en
el primer semestre del siguiente año, y también hay florescencias en
enero-febrero para los departamentos con cosecha principal o traviesa en el
segundo semestre del mismo año.
“Este intercalamiento de periodos secos y húmedos define
mucho lo que se conoce como la fenología del cultivo, es decir, cuándo florece
y cuando fructifica”, anotó Duque.
Adicionalmente y como parte de la Mesa Agroclimática
Nacional, donde también participan el IDEAM y otras instituciones, el Centro
Nacional de Investigaciones de Café (Cenicafé) analiza y discute la perspectiva
del clima, y cuando hay variaciones importantes, las da a conocer en los boletines
agrometeorológicos que publica mensualmente.
También se hace un monitoreo de publicaciones
internacionales, como las de la Oficina de Administración Oceánica y
Atmosférica (NOAA) y la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, y de la
Oficina de Meteorología (BOM) de Australia.
“En ese seguimiento, informamos a los caficultores si se observan comportamientos del clima por fuera de los estándares normales y por esta razón se está haciendo el llamado de alerta con relación al fenómeno de la Niña”, recordó Duque.